¿Y la feminidad tóxica?

Hace algunos meses Gilette dio mucho (mucho) de qué hablar con la campaña The Best Men Can Get. En ella cuestionaban si los estereotipos e ideas de masculinidad tradicionales eran realmente lo máximo a lo que un hombre podía aspirar, dejando en evidencia la masculinidad tóxica – un tema del que probablemente todos los ustedes, humanos de internet, están cansados. Pero… ¿y la feminidad tóxica?

¡Aquí vamos!

No hay campañas hablando de ella, ni activistas emocionados queriendo cambiar el mundo, pero es real. Como persona que se identifica más como un ser de luz abstracto, nutria o sándwich de queso que con la palabra mujer, siento esa toxicidad femenina por todas partes. En la publicidad de Facebook, en los libros que me gustan y en conversaciones con amigas en las que guardo comentarios, porque pienso que no los entenderían.

Para mí la feminidad tóxica está tan presente en el universo como la masculinidad tóxica. Nada – ni nadie – está a salvo. Ni siquiera el feminismo.

Empoderada y maquillada

Una de las industrias en las que está presente – de la que puedo hablar en primera persona – es la industria cosmética. Cuando una campaña milagrosamente no habla de la belleza de la mujer ni la compara con rosas o conejitos, está envuelta en un discurso de empoderamiento.

«Queremos empoderar a la mujer, hacerla libre e irreverente»
¿Y qué diría Holly Golightly…?

Para empezar (tomando todo literalmente) el tener la intención de empoderar a alguien, reconoce su falta de poder. Querer hacerlo libre reconoce su falta de libertad, y darle un toque irreverente reconoce que hay que perder el respeto por algo – ¿Por qué? ¿Por las mujeres que no están interesadas? ¿Por las que son felices en la posición en la que están?

Comentario de Cam: La verdad todavía no entiendo de dónde viene la idealización de la irreverencia. Las explicaciones siempre serán bienvenidas.

Aquí es donde encuentro feminidad tóxica en la industria cosmética. Está en el sentido retorcido que toma la idea de empoderar a través de barritas de colores y polvo brillante, ¿es el aspecto físico la única forma de empoderar a alguien? ¿De dónde viene el poder? Como una persona que no se maquilla – y no tiene deseos de hacerlo – entiendo el atractivo estético y más o menos experimental que tiene para algunas.

Representación gráfica de mi talento como maquilladora

Veo a las chicas que se maquillan por diversión, me siento feliz por ellas y disfruto las combinaciones inesperadas a las que llegan. Sin embargo, también veo a las chicas que buscan en el maquillaje una forma de ser aceptadas o de llamar la atención de alguien más y siento el daño causado – accidental o no.

No estoy en contra de la existencia del maquillaje – para nada, bloggers de maquillaje divertidas – pero me molesta un montón el discurso detrás de él y las razones por las que probablemente muchas chicas empezaron a usarlo o se sienten mal por no hacerlo (a veces me incluyo en la lista).

Caliente, pero en inglés

Hay estereotipos en los que debe encajar cada mujer en el mundo dependiendo de la cultura en la que está inmersa. En este lado del planeta se llama latinidad.

No sé si es lo suficientemente claro en el exterior que «latino» no significa «Sofía Vergara». Sofía Vergara lo sabe.

Hace un tiempo una chica en Twitter decía que la latinidad es un concepto construido en Estados Unidos, basado en percepciones sesgadas que no tienen nada que ver con el mundo real. La imagen de mujer latina curvilínea, morena y candente viene de íconos como Sofía Vergara y Shakira que, aunque son colombianas, no son como la mayoría.

Los programas de televisión y películas con personajes o contextos latinoamericanos producidas en el exterior dan a los lugares un aire selvático y tropical – se nota que no conocen Bogotá – y a los latinos una serie de características irreales.

Comentario de Cam: Como evidencia está en inicio de Sr. y Sra. Smith. Angelina Jolie y Brad Pitt se conocen en Bogotá, que gracias a alguien que no se tomó la molestia de buscar fotos de Bogotá en internet, parece un refugio selvático en el corazón del Amazonas.

Estoy segurísima de que en el año en el que salío la película ya había internet para verificar que vestido así en Bogotá, en la noche, TE MUERES. Congelado congelado.

Aquí es donde la latinidad se convierte en otra evidencia de la feminidad tóxica. Una idea que viene del exterior se impone sobre la realidad y los cánones de referencia para las chicas de este lado del continente carecen de lógica.

Soy tan pálida que mis venas se transparentan, pero mis facciones no tienen nada de nórdico. No hablo con un acento marcado y caribeño, pero hablo español. Soy una bailarina terrible (sin peros, solo lo soy). Estoy segura de que al definir la figura de la mujer latina sería uno de los últimos (últimos) ejemplos por nombrar.

Es aún más molesto cuando los discursos detrás de muchas marcas de origen latinoamericano que glorifican las curvas y el sabor. Gracias a los procesos de mestizaje que afectaron esta parte del mundo años atrás, hay un sinfín de tipos de cuerpo presentes, ¡y ese es el punto! Ser una mujer latina es ser parte de la lotería genética gigante y mágica que hace que de un mismo territorio vengan personas como Sofía Vergara, pero también como yo.

Aquí en Colombia también sabemos bailar como Taylor Swift (tristemente)

Como cualquier otra chica que esté leyendo estas líneas.

Comentario de Cam: Lo mismo sucede con la idea de que las latinas son seductoras, descaradas y mil cosas más. Con el clima helado de Bogotá y las cinco capas de ropa que siempre traigo, se siente fuera de lugar. Y no voy a tocar el tema de que las latinas que además son bonitas son consideradas tontas. No.

¿Y el feminismo?

Antes de empezar quiero reconocer que aún estoy aprendiendo sobre este tema. Hay muchas cosas sobre las que no tengo ni idea y otras que simplemente me tienen intimidada. No se enojen, feministas leyendo este mensaje.

Conozco la palabra feminismo desde hace un largo rato. Aunque al principio no la entendía, cada vez la siento como algo más cercano y hace un tiempo le perdí el miedo – el tema principal de otra publicación. Aun así hay algo que me aleja de ella y no permite que la adopte por completo. Un porcentaje de la culpa lo tiene el discurso agresivo – con toda razón – que muchas veces lo define.

El resto es del conflicto con la idea de feminidad que he leído en su interior.

dijo Cam a la idea de feminidad boba con la que lleva peleando muchos párrafos

Siento que el feminismo que llega a los medios – el más visible y conocido – habla del poder detrás de la mujer, pero desde un ángulo en el que se despoja de toda feminidad. En esa negación de todo lo que es femenino y la apropiación de lo masculino como una fuente de poder está el dilema, el problema, la ironía: Los looks andróginos, el uso de prendas masculinas como símbolo de rebeldía y el querer tener una imagen ruda que niega símbolos que el «patriarcado opresor» creó – faldas, tacones, rosado.

¿Por qué algunas mujeres encuentran en lo masculino la liberación? ¿Cuál es el problema de la feminidad?

Al otro lado del espectro se encuentra el feminismo en tacones, amable y reivindicador. Este es el feminismo que asume que todas las mujeres quieren obtener el poder desde el enfoque opuesto: Desde el girl power, el color rosado y los vestidos románticos. A diferencia del anterior, encuentra en lo femenino la única forma de ser mujer – o la forma que todas en teoría queremos serlo.

Glorifica tener la capacidad de dar vida, la sensibilidad y otros aspectos relacionados más con la biología que con una forma de ser. Deja de lado el hecho de que existen chicas que no sueñan con ser madres o pertenecer a un círculo de mujeres, ni que están interesadas en tener el poder de amamantar en público a sus hijos – porque lo más seguro es que no tendrán.

¿Por qué el poder viene exclusivamente de la feminidad? ¿Es de verdad la mejor forma de ser?

Comentario de Cam: No sé de cuál de los dos lados viene el lenguaje inclusivo, pero como escritora lo odio. Es una agresión visual. Hay formas de cambiar el mundo y después está inventar palabras como todes. No no no.

Personalmente pienso que el poder – el verdadero poder – puede venir de cualquier lugar. El poder no viene de la feminidad ni de la falta de ella. No viene de seguir las normas establecidas al pie de la letra o de nadar contra la corriente.

Ese es el lado tóxico de la feminidad: Parece algo de ser o no ser, de elegir. Un mundo a blanco y negro en el que no hay muchas formas válidas de sentirse poderoso, sin importar si eres una mujer, hombre, nutria, sándwich o ser de luz.

¿Y cómo afecta a quienes no se identifican como mujeres? Da a colores como el rosado y características como la sensibilidad un aura de inaccesibilidad y lejanía. Hace que algunas acciones se sientan antinaturales – como el maquillaje – y hace que pensemos que, porque no encajamos en esa idea, algo puede estar mal con nosotros o somos una especie exótica.

Creo que el poder viene de saber ser la versión más real y honesta posible. Viene de tener la capacidad de elegir, adaptar lo que más nos gusta y crear una imagen personal – de verdad personal – que no se sienta forzada.

Mi versión más real se siente así, con cejitas enojadas y brazos de palito incluídos

No sé si hay más significados detrás de la palabra o más detalles pequeños que aumentan su toxicidad. Lo que sí puedo decir es que debe haber tantas formas de ver la feminidad como personas en el universo

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