Amor a los DIY: ¿Por qué ser un humano inquieto no es tan terrible?

Si los DIY (Do It Yourself, amigos bilingües) fueran un deporte, sería una atleta reconocida.
Disclaimer: Esta es otra de esas historias en las que invento clases de personas y clasificaciones del mundo. Deal with it.

Desde mi punto de vista hay dos clases de personas inquietas en el mundo:

Clase 1: Inquietas de brazos, piernas, codos, manos, TODO.

Son esas personas que desde pequeñas son terremotos contenidos en un cuerpo humano, tienden a destruirlo todo y son ruidosas, extremadamente ruidosas. También son conocidas haberse metido en todo tipo de problemas en el colegio, nunca dejar quietas las manos y ser una fuente de distracción para cualquier otro. Aquí está ese amigo que tienes en mente o tú mismo, si estás teniendo problemas para detener todo el movimiento de tu cuerpo y leer con atención estas letras en una pantalla.

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Son estos niños con cara de tener un momento de inestabilidad en los próximos segundos

Clase 2: Inquietas de corazón, cerebro, voz interior o cualquier forma de llamar a lo invisible.

Son esas personas que, aunque no son activas activas, lo son. Tienen cerebros curiosos, intensos y siempre procesando cada gota de información de más (también conocidos como overthinkers). Vienen en todas las formas y tamaños, y aunque pueden tener tics en las manos o estar constantemente jugando con los botones de las cosas, los hilitos sueltos en la ropa o su cabello, lo que está realmente inquieto es su cerebro, con incesantes vocecitas que no conocen el silencio.

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Muchos inquietos mentales se han convertido en científicos. Yo… yo tengo un blog.

Y hola, soy una persona inquieta de Clase 2

Lo sé desde que tengo ocho años. Estaba en clase de… algo que ve una niña en tercero, entretenida con las hojas del cuaderno, intentando escribir con la mano izquierda (no soy zurda) para al fin poder escribir como mi mejor amiga (que sí es zurda).

—No te quedas quieta, ¿no? — dijo el niño nuevo del salón, que estaba sentado a mi lado. Lo miré sin saber qué decir (aún sigo sin saber qué decir cuando las personas me hablan).— Mueves mucho las manos.

La frase y el hecho de que soy una persona inquieta de forma sutil, pero de verdad inquieta, ha vivido conmigo hasta hoy. No puedo dejar de jugar con mis dedos, si estoy sentada más de una hora sin hacer nada algo empieza a desesperarse y ahogarse en el fondo, sin darme la opción de quedar dormida como les pasa a muchas personas, y aprendí a hacer trenzas elaboradas de tanto jugar con mi cabello (de verdad soy talentosa, puedo hacer una de cinco partes).
Este rasgo, esta cosa fastidiosa que me hace ser así (de cariño le digo “cerebro de Cam”), tiene toda la culpa. TODA. De todo.
Esta inquietud interna y fastidiosa me hace escribir, dibujar, buscar en Google como nadie y más que nada, hacer experimentos. Si empezara una lista de todas las cosas que he intentado por curiosidad, exceso de tiempo libre o el destino no terminaría, pero puedo hacer una lista con las más importantes, útiles y rescatables.
Comentario de Cam: No es que haya hecho un montón de cosas útiles para la humanidad, como para ser considerada un super humano. La mayoría de las cosas que he intentado han sido desastrosas o tan bobas que me da pena escribir sobre ellas. De verdad no vale la pena que lo sepan.

Cuadernos: La historia detrás de DosNueveCuatro

Me encantan los cuadernos. Tengo tantos en blanco que me siento muy culpable cada que armo uno nuevo por alguna razón especial, dejando olvidados todos esos cuadernos promocionales de empresas, libretas de tiendas de souvenirs en museos o diarios con hojas de colores, pero sigo haciéndolo. Cada que visito alguna tienda en la que vendan artículos de papelería todo detenidamente cada libreta, compruebo la textura de los papeles en los blocks de dibujo y ojeo precios para darme una idea de lo inteligente que fue aprender a hacerlos. Además de las ventajas en precios, ¡puedo hacer lo que quiera! He tenido cuadernos con hojas de origami, portadas escarchadas y mapas recortados de ciudades que me han gustado.
Lo que sé del papel lo aprendí por accidente, por inquieta, por curiosa y por fastidiosa: Leí que escribir en papel amarillo es mejor para la memoria y desde entonces siempre quiero algo de ese color en donde escribo.
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Escribir

¡Esto! ¡Esto es importante!

Comentario de Cam: Obviamente. Eso estoy haciendo. Eso llevo haciendo mMuuuUUUUuUUuuCHO tiempo.
Cuando estaba aprendiendo a escribir me pidieron escribir un cuento. No recuerdo muy bien la trama (pasó hace más de 10 años, es un logro que recuerde algo) pero la historia tenía como protagonista a una ballena, con una persona pequeñita sobre ella. A la profesora le encantó, dibujó una carita feliz en la esquina y seguramente me felicitó por mi imaginación, o algo así. El punto es que esa señora me hizo creer que tenía talento para escribir.
He intentado escribir canciones (tenía 9 años entonces no se ilusionen), poesía, odas a las cosas, cuentos cortos, ensayos, artículos de opinión y también novelas (las novelas tampoco resultaron muy bien), y hoy estoy aquí, convertida en toda una máquina de publicaciones. Escribir es la mejor prueba de cómo es tener un cerebro inquieto que puede ser aprovechado, explotado explorado y bueno, eventualmente torturado (hola, queridos bloqueos mentales).

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No era de zombies, era de super humanos de piel azul.

 

Blogs

Sí, la otra razón que los trajo aquí. Además de compartir en Tumblr mis ideas de adolescente temperamental con otros adolescentes más temperamentales y después de aprender los básicos, me obsesioné con hacer que todo se viera lindo, moderno y super cool. Como tenía 15 años y nada de presupuesto para pedir a alguien que supiera cómo funciona el mágico mundo del internet que hiciera que mi espacio en línea se viera bien, aprendí a hacerlo con tutoriales, leyendo a otros bloggers e intentando cosas desde el editor de código.
Recuerdo mucho cuando estaba en el colegio los viernes o fines de semana en los que podía estar despierta hasta las tres de la mañana revisando línea tras línea para hacer que la letra fuera morada, el tipo de letra pareciera escrito a mano o el contador de visitas tuviera un gif muy pequeño en forma de gatito. Por todas esas cosas aprendidas con el tiempo agradezco un montón a Cam de 2010, que en vez de utilizar un tema básico y pesado por alguien más con colores mal seleccionados, cortaba y pegaba pedacitos de las cosas que le gustaban y hacía de ese blog, de esa URL de Tumblr una casa bonita para quejarse por escrito.
Aprendí tantas cosas que ya he trabajado con ingenieros de verdad (¡de verdad!) diseñando pantallas para aplicativos, hecho tres temas desde cero para Tumblr y ahora estoy descubriendo el confuso mundo de los temas en WordPress, ¡hice esta página! También estoy trabajando con mi primer cliente real, @FelipeOttalora. Es un negocio un poco arreglado (los tres años de relación funcionaron) pero pronto la verán online. Va a ser increíble.
Comentario de Cam: No se imaginan lo que he aprendido en dos meses. Sin mis habilidades secretas de lectura de código para quitar y poner cosas por todas partes, este blog se vería terrible.

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Hice el tema de https://chiano.co.vu y me encaaaanta.

 

Galería de la fama

Sí, querido lector, aún hay más aprendizajes que contar, pero para que no se vuelva un monólogo eterno (otro), esta es la galería de la fama: Cinco intentos memorables.

  1. Escribir en el teclado del computador con los pies (lo logré).
  2. Preparar risotto (estaba de mal humor y no lo logré).
  3. Tomar duchas por las noches (duré cinco días, aún no escribo el artículo para TryCam, una nueva sección en el blog).
  4. Andar en patines dentro del apartamento (perdón, Ma).
  5. The cinammon challenge (no me atoré, tal vez no era canela real).
  6. ¡Sorpresa! Otro experimento: Aquí intenté escribir en inglés y funcionó. Gracias a Ps. I Love You por publicarme.
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Breve demostración de mi reacción post-risotto

También quiero decirles que TryCam no va a suceder. No.

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